Pintor, escultor y muralista esmeraldeño nacido en 1929, y cuyo nombre de pila fue Lalot Rivadeneira Plata.
Su vocación artística se empezó a manifestar desde su más temprana
edad cuando descubrió que los colores de los juguetes le producían
satisfacción y emoción; luego fueron el teatro y el cine las expresiones
que lo envolvieron, y, finalmente, se acercó al dibujo copiando figuras
y fotografías de revistas, las tiras cómicas de los periódicos y los
anuncios del cine.
A los veinticinco años de edad, convertido en un artista autodidacto,
presentó su primera exposición en Milagro y la segunda en Guayaquil, en
la joyería “Esmeraldas”.
presionismo me sitúa (Humberto Moré.- Actualidad Pictórica Ecuatoriana, 1980).En estos primeros pasos de labor plástica trabajo en una gran variedad de procesos objetivos; dibujo, reproducciones de diferentes períodos desde el clásico renacentista hasta retratos en la manera de Ingres; también copias de Rubens, Rembrandt y dibujos al estilo de Durero, hasta que el im
Fue contemporáneo de Enrique Tábara, Luis Molinari y Estuardo
Maldonado, es decir, de esa selección de artistas jóvenes que iniciaron
la renovación de la plástica guayaquileña entre las décadas del 50 y del
60.
El nombre de Moré es cuasilegendario. Enrique Tábara sostiene que fue él quien inventó este nombre para su amigo y entonces socio en la venta de sus juveniles obras. Ambos tenían 20 años y pintaban en estilos diferentes. Pero las obras de Tábara, si bien gustaban, no se vendían porque su autor no era un buen comercializador de ellas. Optaron, por tanto, firmar estos paisajes de Tábara como Moré, y Humberto –que nunca usó el nombre de Lalot como artista- los vendía muy bien, apoyado en su desefado, encanto e inteligencia (Juan Castro y Velásquez.- El Universo, Oct. 24 de 1999).
Original en todos sus conceptos, definió sus inicios como
“expresionismo diferente”, al que siguió luego una tendencia a la
geometrización apoyada en círculos y valorada en colores luminosos; de
allí pasó a una estilización post-cubista, basada en un criterio que lo
llevaría a obtener el Primer Premio en el Salón de julio, de Guayaquil,
en 1962.
Estudioso del arte contemporáneo ecuatoriano, a mediados de la década
del 60 se involucró en lo que él llamó “Signología Funcional”, y diez
años más tarde, en Quito “…presenta un figurativismo estilizado,
con dejos decorativos y con técnicas de delineado y color que recuerdan
el vitralismo… En la última etapa, con fragmentación del espacio o
fragmentación de la figura, que se aprovecha de todas sus búsquedas,
juega irónicamente con imágenes ilustres del arte -como la Monalisa
(Muestra Oro verde)- o dibuja cabezas de próceres. El color se reduce a
valorar algunos de esos planos“(Hernán Rodríguez Castelo.- Diccionario Crítico de Artistas Plásticos del Ecuador del Siglo XX).
La mayor parte, por no decir casi toda su vida, la vivió en
Guayaquil, donde desarrolló y “dio rienda suelta” a toda la fuerza
expresiva de su arte inigualable. Su obra presenta una expresión
innovadora apoyada en el dibujo de trazo grueso, iluminado con colores
casi primarios en los que predominan el azul y el rojo. También pintó
paisajes y retratos con particularísimo y personal estilo, e hizo
esculturas modulares, de hierro y hormigón, que sirvieron para adornar y
dar perspectiva artística a varios parques de Guayaquil, que
–lamentablemente- hoy han desaparecido.
Moré era buen retratista, de sello muy personal. Fue uno de los animadores del Grupo La manga, de escritores, artistas, mecenas y amigos de la cultura y la bohemia; de conocida incidencia en el ayer cercano del puerto. Humberto Moré dictó conferencias en varios foros, organizó salones de arte y congresos de artistas… (Juan Hadatty Saltos).
Fue un personaje polifacético –de rara valía- en quien se conjugaron
todas las manifestaciones del arte. Fue pintor, escultor, teórico,
crítico, editor y un destacado y conspicuo miembro de la Casa de la Cultura.
Víctima de un violento cáncer, murió en Cuba, donde había viajado en busca de atención médica, en 1984.
A los veinticinco años de edad, convertido en un artista autodidacto,
presentó su primera exposición en Milagro y la segunda en Guayaquil, en
la joyería “Esmeraldas”.
En estos primeros pasos de labor plástica trabajo en una gran
variedad de procesos objetivos; dibujo, reproducciones de diferentes
períodos desde el clásico renacentista hasta retratos en la manera de
Ingres; también copias de Rubens, Rembrandt y dibujos al estilo de
Durero, hasta que el impresionismo me sitúa (Humberto Moré.- Actualidad
Pictórica Ecuatoriana, 1980).
Fue contemporáneo de Enrique Tábara, Luis Molinari y Estuardo
Maldonado, es decir, de esa selección de artistas jóvenes que iniciaron
la renovación de la plástica guayaquileña entre las décadas del 50 y del
60.
El nombre de Moré es cuasilegendario. Enrique Tábara sostiene que fue
él quien inventó este nombre para su amigo y entonces socio en la venta
de sus juveniles obras. Ambos tenían 20 años y pintaban en estilos
diferentes. Pero las obras de Tábara, si bien gustaban, no se vendían
porque su autor no era un buen comercializador de ellas. Optaron, por
tanto, firmar estos paisajes de Tábara como Moré, y Humberto –que nunca
usó el nombre de Lalot como artista- los vendía muy bien, apoyado en su
desefado, encanto e inteligencia (Juan Castro y Velásquez.- El Universo,
Oct. 24 de 1999).
Original en todos sus conceptos, definió sus inicios como
“expresionismo diferente”, al que siguió luego una tendencia a la
geometrización apoyada en círculos y valorada en colores luminosos; de
allí pasó a una estilización post-cubista, basada en un criterio que lo
llevaría a obtener el Primer Premio en el Salón de julio, de Guayaquil,
en 1962.
Estudioso del arte contemporáneo ecuatoriano, a mediados de la década
del 60 se involucró en lo que él llamó “Signología Funcional”, y diez
años más tarde, en Quito “…presenta un figurativismo estilizado, con
dejos decorativos y con técnicas de delineado y color que recuerdan el
vitralismo… En la última etapa, con fragmentación del espacio o
fragmentación de la figura, que se aprovecha de todas sus búsquedas,
juega irónicamente con imágenes ilustres del arte -como la Monalisa
(Muestra Oro verde)- o dibuja cabezas de próceres. El color se reduce a
valorar algunos de esos planos“(Hernán Rodríguez Castelo.- Diccionario
Crítico de Artistas Plásticos del Ecuador del Siglo XX).
La mayor parte, por no decir casi toda su vida, la vivió en
Guayaquil, donde desarrolló y “dio rienda suelta” a toda la fuerza
expresiva de su arte inigualable. Su obra presenta una expresión
innovadora apoyada en el dibujo de trazo grueso, iluminado con colores
casi primarios en los que predominan el azul y el rojo. También pintó
paisajes y retratos con particularísimo y personal estilo, e hizo
esculturas modulares, de hierro y hormigón, que sirvieron para adornar y
dar perspectiva artística a varios parques de Guayaquil, que
–lamentablemente- hoy han desaparecido.
Moré era buen retratista, de sello muy personal. Fue uno de los
animadores del Grupo La manga, de escritores, artistas, mecenas y amigos
de la cultura y la bohemia; de conocida incidencia en el ayer cercano
del puerto. Humberto Moré dictó conferencias en varios foros, organizó
salones de arte y congresos de artistas… (Juan Hadatty Saltos).
Fue un personaje polifacético –de rara valía- en quien se conjugaron
todas las manifestaciones del arte. Fue pintor, escultor, teórico,
crítico, editor y un destacado y conspicuo miembro de la Casa de la
Cultura.
Víctima de un violento cáncer, murió en Cuba, donde había viajado en busca de atención médica, en 1984
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